
No hay nada que hacer, cuando las cosas se han ido para siempre, lo mejor: cambiarse los jeans. Ponerse una remera blanca, afeitarse, respirar profundo. Inventar todo otra vez. Huir donde no nos alcancen, no nos vamos a perder el paraíso nunca más. Descubrir “Los invasores” cerca nuestro, con su certeza de iguales y su miopismo inconsciente. Extraña sensación la de los que quieren reírse de si mismos. Sólo para asegurar, con su risa, sus lugares.
That fits so well, to talk of ourselves among laughter!
Mirando a través de los cuerpos –transparentes- de la gente, y mintiéndose en la certeza de que todos son iguales (a ellos). Ciegos como una manada de yaks pastando. “Pero si es lo más normal del mundo!” No ven un elefante rosa en sus espaldas. Nadie desconfía de si mismo, están todos demasiado seguros.
Aunque se parezcan a nosotros, o nosotros a ellos, nos separa un abismo, amigos. Cerca pero no tanto. Y van a morirse todos si saber que hay otro mundo, en silencio: oyéndolos reír y mirarse los ombligos.
El efecto David Vincent! Uno en todos, al mismo tiempo.

Cómo reconocer a un invasor
1.No tienen ningún pulso o latido del corazón
2.Necesitan regenerarse cada pocas semanas para tener el aspecto humano
3.Cuando mueren, incineran, no dejando virtualmente ningún rastro
4.Alguna de ellos tienen un cuarto dedo transformado
5.Cuando los hieren, no sangran
6.El oxígeno puro es fatal para ellos
1 comentario:
Y van a morirse todos sin saber que hay otro mundo... Y nunca sabrán nada de Paraguay!!
...
Publicar un comentario