septiembre 07, 2006

Ayahuasca trip

En Brasil los cultos a la ayahuasca estan bastante difundidos y digamos, son un poco alternative también. En Argentina están, como suele acontecer con estas cosas, muy ocultos y son bastante marginales. En general, pareciera que la fobia social que genera cualquier comentario donde aparezca lo sagrado bajo ciertos ropajes religiosos en determinados círculos activa no prejuicios, sino un dispositivo de negación automática: alienación, desvío, fundamentalismo, reacción, todo mezclado, cosas que desaparecieron hace décadas no del sentido común, sino de una pizca de racionalismo aplicadodo. Ahora cuando este muchacho en cuestión entró en contacto con la "movida" ayahuasquera, le pareció bárbaro, muy cool. Paradojal senación sobre lo sagrado, casi como las personas que al mismo tiempo que se consideran de izquierda y emancipatorias, entragan horas "revolucionarias" a la policia mental del psicoanálisis. Siempre me pareció doblemente provocador la sensibilidad, provocadora con la Razón porteña, del Padre Mario psicodélico que quizo alguna vez Néstor Perlongher.
Pero esto viene a cuento porque me resulta muy gracioso ver argentinos en la onda antiglobal-alternative-religión del la selva, absolutamente prejuiciosos en relación a las formas de relación con lo sagrado de cualquiera, en particular en Argentina, meterse en la onda ayahuasquera.
Comenzar a hablar de religión, decir que acá (en Rio) es distinto, que en Brasil la religión es parte del pueblo y no se cuantas zartas de gansadas por segundo más. Ahora: esos chicos donde vivian en Argentina, en un frasco de hellmans, o deambulaban entre almagro y palermo hollywood? Me temo esto último. Me dirán lo que quieran, pero a veces aparece cada chavón ... A este sujeto en cuestión, ya en tono de broma, porque no quería ponerme académico, ya me han criticado bastante por el tono profesoral, ya en tono de broma decía, le dije que me acordaba de un amigo que tenía la idea fija de que fuéramos a los encuentros con el pastor Giménez en Villa Vosch y tomaramos un ácido, para ver si pasaba algo. Y el flaco me miró con cara de: el pastor Giménez, pero que mersa! Yo reí y quize golpearlo, quize abandonarlo en la baixada fluminense a las 3 de la mañana, que fuera comido por un tiburón azul. Hice un esfuerzo, volví a reir, tragué saliva y traté de perderme por donde habia venido.
Ojalá que en un trip horrible, se te aparezca Victor Sueiro desnudo disfrazado de shamán siberiano, con una cabeza de mamut!

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