septiembre 07, 2006

El treintown

By contra las cuerdas
"El treintown, el que estaba en el recital de Cerati, es una generación perdida, tibia, acomodaticia, arrastrada. Yo puedo presumir haber vivido varias décadas en una, como todos los periodistas de rock, con esa visión histórica tan cargosa y obsesiva que llevamos en la mochila. En un recital así, por ejemplo, nos sentimos muy por encima de la media, con más información y poder de análisis y (encima) la capacidad de experimentar la cosa que no tendría jamás un forro superado y distante. Pero yo tengo 35, estoy en el corazón del treintown, y no lo puedo esquivar aunque me repugne. No lo puedo esquivar aunque baile como si tuviera 21, con el mismo treintown mirando asustado de reojo (éramos tres o cuatro tarados los que bailamos así en el recital y después me enteré de que nos estaba mirando todo el teatro, un bochorno…).Al thirtytown lo agarró el menemismo cuando recién empezaba a trabajar y lo fulminó con sus 700 horas diarias de laburo, sus sueldos que alcanzaban para viajar al exterior y comprar discos importados y autos en cuotas. Lo reventó con su ilusión de vivir en un país estable, donde el peso nacional tenía el mismo valor que el dólar y era posible ahorrar. Lo liquidó con su ecuación esfuerzo-ganancia-consumo. Al que eligió una carrera universitaria también lo sonó: cuando terminó de estudiar se encontró con que ese sistema de cartón había colapsado, que su título no servía para nada, y que con mucha suerte alguien le iba a hacer un contacto para rajar a España. En su delirio consumista y workaholic, el treintown es la generación que quería hacer dos programas de televisión, tres programas de radio y escribir en una revista. Es la generación que pretendía estudiar la carrera universitaria de mamá y papá, tocar en una banda de rock, escribir canciones, consumir drogas con cuidado e información pero tomar alcohol hasta vomitar el hígado. Es la generación que se comió el sapo de lo alternativo y la consigna de no “transar con el sistema” mientras se empachaba de publicidad y de la compra-venta más compulsiva del siglo (pasado). Es una generación que nació estresada, acomplejada, encorvada, “despreocupadamente” sufriente. Y eso no da, no daba, nunca dio. El treintown trabajó tan a lo bestia en los 90 que antes de cumplir los mismísimos 30 ya quería jubilarse. ¡Queríamos jubilarnos a los 32! Tanto nos hablaron de las AFJP que en nuestras fantasías existía un plan especial para jubilarse a los 32 y dedicarse a leer los libros que no habíamos leído durante 10 años, ver las películas que nos habían recomendado y practicar esos deportes exóticos que solamente veíamos por televisión. Pero el “retiro” imaginario no llegó nunca y el trabajo sólo trajo más trabajo y menos plata. Supongo que ahora, aggiornado, el thirtytown debe ser la generación que quiere tener tres blogs (y todos “actualizados”); un laburo estable para pagar el alquiler y la banda ancha, una pareja estable para… para que ayude a pagar el alquiler y la banda ancha; un par de hijos, sobrinos o mascotas; un lindo lugar para descansar (“porque trabajamos mucho y nos lo merecemos”) y, si es posible, un grupo de amigos compinches para no andar solo por ahí a la noche, o para ir acompañado a esos recitales llenos de adolescentes y veinteañeros amargos en sucuchos incómodos, con horarios chinos, baños sucios, tragos berretas y encima caros. Hace unas semanas, cuando volvía del supermercado, me crucé con un grupo de adolecentoides que decían: “No, no vayas a tal lugar que se llena de viejos de 30”. La indignación me quemó la cabeza, cuando solamente me faltaban unos días para cumplir los 35. Tenía ganas de darme vuelta y mandarles: “Pendejos de mierda. Ignorantes. Cabezas de pene. Ni saben ubicar los continentes en el mapa. ¿Saben que hubo una Revolución Francesa y después otras revoluciones? ¿Escucharon a los Sex Pistols, a Joy Division, ustedes, idiotas? ¿Saben que levantaron un Muro de Berlín y después lo tiraron abajo? ¿Saben lo de los 30 mil desaparecidos? Con mucha suerte, a ustedes los habrá desvirgado una chabona borracha después de un recital de La Renga. Pero con muuucha suerte. Capaz también que abrieron un blog para hablar maravillas del grupo más viejo que conocen… ¡Oasis! (si me dicen Miranda! me corto un huevo ahí nomás). Manga de inválidos mentales de la generación del chat, no pueden hablar, no pueden hilvanar una simple oración, sólo mandan mensajitos por celular. A los 17 ya tienen la mentalidad de un viejo verde que chatea. No pueden hacer nada face to face, los pendejos de mierda estos….”. Cuando llegué a mi casa me di cuenta de que estaba elucubrando como un predicador norteamericano en los 50, cuando los adolescentes empezaron a bailar esa música de negros, esa música del diablo, “estos pobres chicos que no entienden nada…” Siempre me pasa eso. El treintown es así. Medio facho y culposo. Yo convivo con el síndrome de Dylan que todavía me tritura el oído con eso de “vengan padres y madres, y no critiquen lo que no pueden entender”. Y lo odio. Lo odio pero no puedo curarme."

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