agosto 28, 2006

...

Se quedan conmigo todas las risas y las lágrimas. Guardadas en el bolsillo del pantalón, envueltas con millones de tapitas, papeles y pequeños objetos. Para saber que siempre que quiera pueda ir a mirarlas. Nada nos va a acercar nunca más que la desesperación, en cualquier lado. Hasta la muerte vamos a disimularlo. Estoy también tranquilo, sin miedo, entre tus cosas, para siempre.

LLueve


La lluvia roja
La lluvia gris
La lluvia verde
La lluvia negra

... la lluvia torrencial
en la cara de las muchachas
la lluvia contaminante
oxidando la salud de la alegría
la lluvia ácida territorial /

llueve entre las chapas de la sabiduría
hay una inundación en ciernes
las piernas de la verdad parecen cortas
avanzamos por el camino
y a los costados los vecinos piden ayuda /

Llueve y todo merecería ser hermoso.


Llueve y hemos fallado.

La humedad trepa tapiales sin que ninguno

anteponga un oficio

hay entre nosotros un hálito de zozobra.

Llueve en Bernal, en Tapalqué
Y en Caballito llueve también.

Dormir hoy
Sería una traición.

by Osvaldo Vigna

agosto 26, 2006

david vincent



No hay nada que hacer, cuando las cosas se han ido para siempre, lo mejor: cambiarse los jeans. Ponerse una remera blanca, afeitarse, respirar profundo. Inventar todo otra vez. Huir donde no nos alcancen, no nos vamos a perder el paraíso nunca más. Descubrir “Los invasores” cerca nuestro, con su certeza de iguales y su miopismo inconsciente. Extraña sensación la de los que quieren reírse de si mismos. Sólo para asegurar, con su risa, sus lugares.

That fits so well, to talk of ourselves among laughter!

Mirando a través de los cuerpos –transparentes- de la gente, y mintiéndose en la certeza de que todos son iguales (a ellos). Ciegos como una manada de yaks pastando. “Pero si es lo más normal del mundo!” No ven un elefante rosa en sus espaldas. Nadie desconfía de si mismo, están todos demasiado seguros.

Aunque se parezcan a nosotros, o nosotros a ellos, nos separa un abismo, amigos. Cerca pero no tanto. Y van a morirse todos si saber que hay otro mundo, en silencio: oyéndolos reír y mirarse los ombligos.

El efecto David Vincent! Uno en todos, al mismo tiempo.



Cómo reconocer a un invasor
1.No tienen ningún pulso o latido del corazón
2.Necesitan regenerarse cada pocas semanas para tener el aspecto humano
3.Cuando mueren, incineran, no dejando virtualmente ningún rastro
4.Alguna de ellos tienen un cuarto dedo transformado
5.Cuando los hieren, no sangran
6.El oxígeno puro es fatal para ellos